martes, 21 de mayo de 2013

El siguiente testimonio nos llega desde Mexico, una madre lectora de Anorexiapolice.org nos comparte esta carta. Los nombres han sido modificados por respeto a la identidad de ella y su hija. 

Camila era una joven llena de vida, amigos y sueños. Era la mejor alumna, tenía una vida social activa y participaba en varias actividades extracurriculares, era alegre y divertida, hasta que un día, comenzó a mostrar una gran preocupación con su figura, se quejaba del tamaño de sus caderas, se quejaba del tamaño de sus senos, se quejaba del cambio que se producía en su cuerpo.

Los días pasaban y yo veía que mi hija dejaba mucha comida en el plato, comenzaba a limpiar la grasa de lo que le servían, no comía postres, no comía harinas y comenzó a hacer mucho ejercicio. Por más que hablaba con Camila el mensaje no llegaba a mi hija. Me sentía frustrada y preocupada por el comportamiento de mi hija, pero no sabía qué hacer.

Cuando sonó el teléfono el miércoles a las 10 de la mañana y era el director del colegio que requería mi presencia urgente, sentí que se me paraba el corazón, uno como madre sabe lo que le sucede a sus hijos pero jamás me imagine esta tragedia.

Camila se había desvanecido en clase de educación física, había sufrido un infarto fulminante, tenía 16 años y una anorexia nervosa que nunca se diagnostico habia parado su corazón, dejo de palpitar por una baja masiva de electrolitos, eso fue lo que nos dijo el doctor.

El dolor, la impotencia y la desesperación acabaron con toda la felicidad que estaba en nuestra familia, con Camila se fue mi matrimonio y muchas ilusiones.

Pocos saben el dolor de perder un hijo y esta enfermedad te lo arranca delante de ti como una implacable tormenta.

Hoy en día todavía después de 4 años sigo pensando que debí darme cuenta o que pude hacer algo, por eso comparto por medio de esta organización esta historia, para que se informen y ante los signos actúen, no esperen como yo! Para Camila ya no hay esperanza, pero para otros padeciendo esta enfermedad quizás todavía no sea tarde.

Gracias Manuela.
Mexico. D. F

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